Carta leída en las manifestaciones del 26 de diciembre:
Este escrito representa a las personas trabajadoras de Osakidetza tanto no vacunadas frente al SARS-COVID2, como vacunadas, que no están de acuerdo con el discurso oficial imperante en esta pandemia.
Antes que nada, exponemos que la gran mayoría de los asistentes no nos atrevemos a mostrarnos públicamente en esta manifestación por miedo a las posibles represalias que esto nos podría acarrear, tanto de nuestros jefes como de nuestros propios compañeros que siguen a rajatabla el ya mencionado discurso oficial.
Tanto en el ámbito hospitalario, como en el de atención primaria, estamos siendo objeto de discriminación y señalamiento, por no querer vacunarnos. Además, muchos compañeros/as han accedido a vacunarse para evitar estas presiones y represalias y no porque crean que las vacunas sean una solución eficaz al problema. Por lo tanto, queda reflejado que no todo el mundo en Osakidetza sostiene el único discurso que se mantiene desde el poder y desde los medios de comunicación masiva y que no está permitiendo en ningún momento el debate científico, pilar fundamental en el desarrollo de la ciencia.
Creemos que tanto con esta campaña de vacunación, como con la imposición del Pasaporte Covid de están vulnerando derechos constitucionales así como los derechos recogidos en LOPD y también en la Ley de Autonomía del Paciente. Estamos hartos/as de que el personal acérrimo al discurso oficialista se salte estos derechos a la torera y señale, juzgue, critique y abronque, tanto a compañeros, como a pacientes, o a familiares y acompañantes de estos últimos por ejercer su legítimo derecho a no vacunarse. Sabiendo, además, que el personal de enfermería está siendo presionado para inocular esta terapia génica, mal llamada vacuna, sin prescripción médica y sin consentimiento informado alguno, cosa que reitera la vulneración de los derechos recogidos en las ya mencionadas leyes. Por no hablar de la declaración Universal sobre Bioética, la declaración de Ginebra, el Código de Nuremberg, etc.
Desde el gobierno, desde sanidad y desde los medios de comunicación se está proponiendo como única solución contra el Covid, la vacunación. No se mencionan otros tratamientos, no interesa: no se habla hábitos de salud para prevenir enfermedades, ejercicio fisico, alimentación, higiene de sueño, otros fármacos a parte de la vacuna, relaciones interpersonales positivas basadas en el respeto y la libertad, etc.
Llevamos dos años de pandemia, ¿no hay más tratamientos que ésta mal llamada vacuna? Que por cierto, está generando infinidad de efectos secundarios, muchos de ellos muy graves, que no se registran, que se disocian de la vacuna o que si se registran, es en un porcentaje mucho menor de lo que se están produciendo. Muerte súbita, Ictus, miocarditis, trastornos neurológicos y un largo etcétera.
Todo esto a favor de una vacuna que no impide que te infectes, ni que sufras la enfermedad, en muchos casos de forma grave. Hay un porcentaje altísimo de positivos vacunados, (con las 3 dosis también). Se vacuna y revacuna a las personas indiscriminadamente sin realizar pruebas para saber si todavía conservan anticuerpos. En vacunódromos, sin prescripción médica, sin consentimiento informado: hoy la Pfizer, mañana la Astrazeneca, pasado la Moderna… ahora los niños… ¡Viva el rigor científico!
¡Señores/as que llevamos 2 años ya con este tema! Que se pueden hacer las cosas un poquito mejor… En fin y si nos ponemos a hablar de la fiabilidad de la PCR, y de la fiabilidad de ciertos tratamientos, no terminamos nunca.
Nadie quiere prescripciones: ¿de quién será la responsabilidad si hubiera efectos secundarios y quién la tendría que asumir?, ¿del personal de enfermería que está siendo obligado a ello? ¿Dónde están los autoridades sanitarias, los colegios de enfermería, los comités éticos, los sindicatos?….
El Pasaporte Covid, es una dictadura incívica. Un pasaporte que favorece al cien por cien al vacunado, obligando al no vacunado a someterse a continuos exámenes pero que no garantiza que el propio vacunado no sea transmisor, ya que está demostrado que los vacunados transmiten la enfermedad prácticamente igual que los no vacunados. Un pasaporte que dice que la persona que ha padecido la enfermedad tiene menos inmunidad que una persona vacunada sin haberla pasado. Y que convierte en chivo expiatorio a los no vacunados.
Hemos tenido que oír a profesionales de la salud acérrimos de la versión oficial cuestionar el gasto que suponen los ingresos de los pacientes no vacunados. Compañeros que dicen que no se debería atender a las personas no vacunadas…Como si las vacunas no supusieran gasto. Y si nos ponemos tan estrictos, igual tampoco tendríamos que atender a fumadores, a bebedores, a personas obesas…a gente que por uno u otro motivo no ha cuidado de su salud. Para todo ello hay campañas de prevención y educación en la salud, no imposiciones ni dictaduras.
Muchos no estamos de acuerdo con la información que se da en los medios de comunicación. Los profesionales oficialistas que salen en ellos echando broncas en vez de proponiendo un debate científico necesario. La cuestionable veracidad de la información que sale en estos medios. A veces, visto desde la distancia, parece una mezcla de propaganda y prensa rosa.
Por todas estas cuestiones y por el miedo a perder nuestros trabajos o que nos acosen en ellos es por lo no nos atrevamos a salir con la cara descubierta. Esto es una muestra del grado de presión que estamos soportando los profesionales que pedimos evidencia científica, resguardo jurídico o cuestionamiento de las pautas a seguir. ¡Una vergüenza!, ya lo sabemos.
Con vacuna, sin vacuna, todos/as somos humanos/as, todos/as tenemos derechos, todos juntos tenemos que acabar con esta pandemia. No peleados, sino unidos. Desde la libertad.
Un abrazo
Personas trabajadoras de Osakidetza