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“Las niñas y los niños no se tocan” 1.800 personas en Bilbao e Iruña

Arrgiaga Bilbo

El día 14 de agosto de 2021 tuvo lugar en Bilbao e Iruña una concentración convocada a nivel estatal contra la vacunación infantil. En Euskal Herria se unieron a esta causa varios grupos de activistas por los Derechos Humanos (entre ellos la plataforma Bizitza y Umeen Aldeko Gurasoak). Como viene siendo habitual los medios de comunicación masivos, censuraron esta reivindicación. A menudo tratan de denigrarnos designándonos con la palabra “negacionista” con la que intentan anularnos como interlocutores/as, desde el temor que les provoca que nuestros argumentos sean escuchados.

En la plaza del Arriaga se congregó una “pequeña multitud” de unas 1.500 personas y en Iruña otras 300 en la Plaza del Castillo, que mostraron su rechazo a la campaña para inocular a menores y su malestar ante el acoso y la desmesurada presión que continúan sufriendo las personas y grupos que no desean ser inoculados con drogas génicas experimentales y deciden libremente decir “NO” a estos químicos. Ya estamos viendo los efectos secundarios inmediatos y más que veremos, desgraciadamente, cuando en otoño las personas inoculadas se topen con los virus en estado “natural” (las consecuencias podrían ser devastadoras ) o/y en los próximos años, si comienzan a desarrollarse las enfermedades autoinmunes provocadas por la proteína espiga.

Hemos venido constatando que esta vergonzante coacción propia de regímenes totalitarios se está cebando en estos últimos meses en los menores de edad. Vemos que están proliferando nuevamente las campañas mediáticas que se empecinan en señalar a las/los peques como super contagiadores/as y foco de infección. Los medios de masas, con las cadenas de televisión como punta de lanza, acusan y la maquinaria del sistema sanitario, ejecuta. Y lo hace en base a criterios peregrinos que nada tienen que ver con la ciencia ni con las bases fundamentales de la Medicina ni de la Epidemiología.

Las personas que intervinieron en el acto de Bilbao (Diego Marina, Alfonso Longo, Joseba Argintxona, Patxi Alaña y Susana García) fueron desgranando diferentes aspectos de esta situación de vulneración de Derechos Humanos y Libertades Fundamentales.

Varias intervenciones pusieron de manifiesto la fragilidad del discurso oficialista, basado en varios dogmas fantasiosos que no resisten la mínima argumentación, ya no de gente de ciencia, sino de cualquier persona con alguna neurona en funcionamiento y un mínimo de sentido común:

  • utilización exclusiva de PCR como instrumento de diagnóstico de la enfermedad (sabiendo que su creador lo rechazó en este sentido)

  • identificación de persona asintomática = persona enferma= persona contagiadora (algo que no es así)

  • efectividad del secuestro de la población (privándola de la posibilidad de acceder a espacios naturales, sol, deporte ) como método para “mejorar” la salud de la ciudadanía (cuando es totalmente lo contario)

  • utilidad de la máscara como prevención de enfermedades causadas por virus (sin ni rebatir los estudios que prueban que no es así)

  • supuesta inocuidad de la misma como si no tuviera efectos graves en la salud aunque sea usada 8/12/16 horas diariamente durante meses/años (cuando hay muchos estudios que señalan su gravedad)

  • vacunación como única manera de conseguir inmunidad de rebaño (como si las personas que pasan las enfermedades y las vencen de forma natural no contribuyeran a la misma)

  • vacunación como única forma de gestionar la salud (ocultando medicaciones y remedios que están funcionando )

  • ocultación de los efectos secundarios de estos químicos (las 30.000 muertes reportadas en Europa y Estados Unidos hasta agosto, y cientos de miles de efectos adversos)

  • etc.

Estos, entre otros, se erigen en los Dogmas de la nueva “Religión”, que son aceptados por la mayor parte de la población cual Verdades absolutas de las que derivan las medidas “objetivas” que hay que acatar por el supuesto “bien común”. De las sotanas franquistas, hemos pasado a las batas blancas cuyos sum@s sacerdotes/sacerdotisas son los colegios de médicos y otros cargos con responsabilidad en materia sanitaria, que callan ante los atropellos contra la salud de las personas y jalean en cambio medidas como inoculaciones experimentales masivas, máscaras para hacer deporte e inoculaciones infantiles. Susana García señaló en su exposición, entre otros aspectos, la gravedad de las inoculaciones tanto a este colectivo de peques como a mujeres embarazadas y el maltrato sufrido por nuestras hijas e hijos en los centros escolares, con medidas contrarias a su desarrollo físico y emocional integral.

Ante estos ataques a la población civil ¿qué nos queda? Nos queda lo que siempre nos acompaña. Nuestro cuerpo. Y nuestra dignidad. En palabras de Alfonso Longo…”Mi cuerpo es mío. NO es no. Toda penetración en mi cuerpo sin mi consentimiento informado y libre es una violación.” Podemos intuir el espíritu de la declaraciones un tanto descarnadas de este ponente en la base de leyes y tratados internacionales como el Código de Nuremberg (creado tras la segunda guerra mundial para proteger a la ciudadanía de los abusos de sus propios gobiernos en materia médica y experimental) y la Declaración de Bioética de Oviedo.

Por otra parte, un encendido Diego Marina proclamó que “somos un pueblo valeroso que se levanta ante el opresor”. A pesar de que los partidos políticos sin excepción y otros agentes sociales se han alineado con las tesis oficiales (así lo demuestran las recientes declaraciones de uno de los sindicatos mayoritarios en Euskadi a favor de la inoculación del 100% de la población) somos vascos y vascas: llevamos la dignidad y la rebeldía en el ADN. Patxi Alaña subrayó también en esta línea la necesidad de crear redes entre los individuos y entre los pueblos para plantar cara a esta escalada del totalitarismo y parar este golpe a los cimientos del Estado de Derecho y me gustaría finalizar con las palabras de Joseba Argintxona sobre la necesidad de hacer visible nuestra opinión y nuestra existencia como personas que discrepan del discurso oficial, formando parte conscientemente de esa “infinita minoría” que dice ·NO” al Apartheid, “NO” al totalitarismo.

Salud y libertad. Por una vacunación voluntaria.

Las niñas y los niños no se tocan.